Territorios ferales, lenguajes ajenos
El punto de intersección entre las obras de Bruna Denegri y Nicole Echeverría es, de manera visible, el dibujo. O más exactamente, un tipo de imagen de orientación iconográfica (es decir, centrada en figuras sintetizadas, reconocibles y llamativas) que ambas artistas desarrollan desde el dibujo, la pintura, el ensamblaje y el bordado.
Las escenas de Bruna Denegri están pobladas por gatos, ratones, murciélagos, moscas, cucarachas, polillas, mujeres, niñas, flores y corazones, e incluyen expresiones de cariño, de aprecio y algunas frases de amor. Sus coloridas obras nos hablan de los afectos (que se despliegan tanto en la ternura como en la crueldad) y de los vínculos (que se forjan tanto en el juego como en la lucha), pero, sobre todo, constituyen una declaración sobre un modo de estar en el mundo que exalta la potencia vital. Por ello la fuerza que transmiten los personajes de Denegri es independiente de si estos se muestran vivos o muertos, alertas o en calma, agresivos o alegres. Estas criaturas—humanas y animales—se acarician, se arañan, sangran, matan, y comen en una celebración de la vida en toda su intensidad feral, es decir afirmando la supervivencia.
Nicole Echeverría, por su parte, pinta imágenes altamente sintetizadas: figuras lineales, siluetas y perfiles de animales, personas, partes del cuerpo (piernas, cabezas, genitales), que son dispuestas en composiciones que recuerdan hojas informativas (instrucciones, láminas, etc.). La noción de lenguaje resulta clave aquí, sin embargo, más que abordar la comunicación, entendida como la transmisión de un mensaje, la artista se enfoca en los procesos ligados a la comunicación, asumida como algo dado y siempre presente. Es decir, Echeverría explora nuestra predisposición a la interpretación. Por ello emplea la repetición de figuras—que dispone en estructuras cuadriculares—tanto para aludir al carácter convencional del lenguaje como para sugerir la naturaleza inherentemente parcial de toda experiencia del mundo, acaso como una invitación que reza: “interpreta bajo tu propio riesgo”.
Lo que Nicole Echeverría y Bruna Denegri nos recuerdan con sus obras es que aún así nuestras vidas estén pautadas por un universo de códigos—verbales, visuales, comportamentales, afectivos, etc.—siempre nos enfrentamos a sus límites, excediéndolos, y es allí en donde se acaba la certeza y emerge un mundo a la par salvaje y profundamente extraño.
Max Hernández Calvo
Fotografías: Héctor Delgado