Gianfranco Piazzinni (Lima, 1984) Estudió Pintura en la Facultad de Arte de la PUCP. Ha realizado las exposiciones individuales Trazar una línea, Museo La Ene, Buenos Aires (2014), Cuadrado negro, El cuarto del rescate (2011), Tú y Yo, Galería 80m2 (2009), Intrusión, Galería 80m2 (2013). Y ha participado en diversas exposiciones colectivas, entre ellas: Tercer Premio ICPNA Arte Contemporáneo, Espacio Juan Pardo Heeren, curada por Sharon Lerner (2020). Noche de videos, Sala Miró Quesada Garland (2017). Al Este. IX Festival de Cine de Europa Central y del Este. Mucen (2018).Historias de fantasmas. Programa de video, Hotel Maria Kapel - HMK, Países Bajos (2018), Haciendo Contexto. Proyecto AMIL, Lima (2016). La última frontera. Galería Corriente Alterna-Diseño, Lima (2012), Pura Herida. Curada por Rodrigo Quijano y Jimena Brescia. Espacio La Ex Culpable, Lima (2011), Licencias para narrar. Casona de la Galería 80m2, Lima (2011), entre otras.
Su trabajo forma parte de las colecciones Micromuseo “Al fondo hay sitio”, Fundación Telefónica, entre otras colecciones privadas. Vive y trabaja en Lima.



Pre Texto
Por ejemplo,
las terminaciones que vienen de la mano
están muy cerca de las que vienen de la cara,
por lo tanto, cuando tienes un miembro fantasma,
las terminaciones se asocian
y cuando recibes un estímulo manual, la mente
cree que es el rostro el que se mueve,
como si sonriera.
Es decir,
son patrañas.



Existen varias teorías para explicar
cómo puede doler una parte del cuerpo
que ya no tenemos.
Una de las más extendidas explica que a pesar de la amputación,
los nervios que se usaban para mover el miembro ausente
siguen enviando señales al cerebro,
provocando sensaciones.
Es decir, que el dolor se genera en el cerebro,
aunque parezca que proviene de la extremidad que ya no está.
Nos duele el brazo que ya no tenemos,
sentimos picor en el pie
que ya no existe,
notamos la sensación de llevar el reloj en la muñeca
cuando no tenemos muñeca,
ni reloj.



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